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Bahía de las Águilas… siempre será una opción para desconectar para reconectar

Bahía de las Águilas está cerca de Cabo Rojo y próximo al parque nacional Jaragua

Aguas cristalinas, arena blanca, Cabo Rojo y parque nacional Jaragua en el horizonte. Los gigantes eólicos adornan la carretera. El reloj marca las 5:00 de la mañana. Es un día cualquiera del 2023. Maletas, trajes de baños, celulares cargados. 

Está más allá de 148 kilómetros al Sur. Es en el centro de Pedernales, aquel destino turístico que fue descubierto y apostado por él para su desarrollo en unos 10 años. Para ese entonces tendré 33 años. 

Pero así como creceré, aumentará la popularidad de mi rinconcito de paraíso en el Sur. Tanto que enseñar, pero que egoísta me siento al querer sólo que sea descubierto por los lugareños.

Pero para avanzar, hay que compartir, diría alguien.

Y no es para menos. 

Bahía de las Águilas te obliga a desconectar para reconectar. Lo reconocí cuando estuve allá, mirando el atardecer, de colores anaranjados, amarillos y rosados. Algunos destellos azules.

 El sol caía en el firmamento. Las olas del mar chocaban con los pies descalzos de los turistas y se mezclaban en la arena. Un vaivén de la naturaleza en las orillas del mar Caribe.

Un paisaje de marte, con tierra roja, árboles de cactus, paredes de roca y ciudad desértica. 

Una vez nos instalamos en el camping, donde pasamos la noche, tomamos una yola hasta Bahía de las Águilas. Un trayecto de unos 25 minutos, contra viento y marea, introduciendonos al hogar de las águilas, de aguas cristalinas, las más bellas del sur profundo, y arena blanca. 

Alquilar una yola tiene un precio promedio de RD$2,000 y son manejados por los comunitarios, quienes hace más de 20 años se dedican a la industria de viajes y turismo de República Dominicana.

Pasar la noche con el sonido de la banda sonora, el cielo lleno de estrellas, el cántaro de los pajaritos. Ver las estrellas sin contaminación visual y lumínica, bañarte al aire libre arriesgándote a cualquier animal en su entorno natural como los sapos. Dormir en casas de campañas, con los pies en la arena, escuchar el sonido del viento, ver las olas chocar con la arena amarillenta. 

Es un destino para desconectar para conectar, a más de 184 kilómetros al Sur, de mi tierrita bonita. Bahía, como cariñosamente la llamo, te ofrece la sublimidad del creador, de Dios, de la vida, de todo.

Ha sido lo más hermoso y sublime que he visto durante mi larga vida. Y qué afortunada soy de ir, cada cierto tiempo, a Bahía de las Águilas a agradecer el hecho de estar viva.

Pero, cuéntame,

¿Fuiste a Bahía de las Águilas? ¿Te gustaría ir?

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